Edupunk en la UNR II

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Me gustan las entradas.  En un restaurante, en mi casa. En un blog. Por qué  las entradas, se llaman entradas para todos los ámbitos? Será la etimología lo que une a la cocina a Internet?

Dieta cognitiva. Dieta. Cognitiva. Alimento para el cuerpo, para el alma. No se puede vivir sin comer. Mi dieta es a base de no menos de 6 redes sociales, 300 amigos en fb, una cuenta en Twitter, blogs, post, no broadcast, edupunk, e learning.

Si fuese cocinera, quisiera ser Ferran Adriá. Es el primer ser sobre la tierra que hace que me llame la atención la cocina. Y la comida.Por qué? Porque en la wiki que consume millones de horas laborales, lo definen como un artista. Y esa palabra, me emociona, me provoca un estupor. Es bucólico -un amigo me definió el vocablo «naúseas de un atardecer terriblemente hermoso-.

Me importa e incumbe la cocina, como verbo. El proceso más allá del resultado, más allá del producto, las técnicas y las teorías, la sistematización que lo lleva al fin…el fin, que a veces es insignificante. Pero no lo es lo anterior, la navegación facetada que impartimos tratando de no impartir, en nuestra cruzada/cursada edupunkeana, es un análogon del procedimiento para hacer que dos huevos fritos, sean una obra de arte.

Tanto la cocina como la web, nos ofrecen  posibilidades de entradas. Millones. Son todas comestibles y provienen de una catarata irremediable de procesos de construcion/decostrucción y por sobre todo de esa palabra que tanto nos gusta: convergencia.Conepciones.Apple es una maravilla y no podemos negar, que los menúes son absolutamente a la carta.

El ejemplo facebookero en la cocina

Ferrán Adria es un referente mundial, y la Times lo considera uno de los hombres más influyentees del mundo, lo cual es algo más que un redito a su trabajo, a su creatividad y por sobre todo, a su trasgresión.

Hay un factor común en mucho de los grandes personajes que nos rodean. Desde Eistein y Galileo, hasta Steve Job o Le Corbusier -y la misma Susan Boyle- han sido grandes vanguardistas en su campo de estudio y trabajo, por sobre todo, han roto con los esquemas tradicionales de estructuración, de las instituciones. Hicieron, a su tiempo su camino. Escogieron un menú, de entre tantos. Por supuesto, muchas veces padeciendo puertas cerradas, y miradas prejuiciosas…eso me llama siempre, poderosamente la atención. Es preciso tener coraje y cargar ideas a cuesta, propuestas a cuesta.

Ferrán nació en el lugar a donde sé que voy a ir, así sea mediada por algún mecanismo del Inconsciente:) Ferrán nació en Barcelona, en Hospitalet de Llobregat en mayo del 62 e hizo de todo. Torció su destino,  y naturalmente no estudió ninguna carrera tradicional, no estudió Ciencias Empresariales. Menos mal.Dicen que fue fregaplatos. Es cierto que se empieza desde abajo y es en realidad, la forma más honesta de llegar, a donde sea porque implica un crecimiento certero y espacioso/ado, responde a una evolución merecida y calórica. Da placer pegar una vuelta a la esquina, estando en el mejor restaurante del planera, durante cinco años  y pensar desde dónde, cómo y desde cuándo…Fue discípulo, como todos. El Bulli fue his lab. E hizo camino al andar.

 De(para)construir. Gastronomía molecular y edupunk!

La clave está en el cómo. A Adriá se lo destaca por su carácter minimalista, deconstructivo, por el edulcorado estético de sus presetaciones, por la combinación atípica de ingredientes, por sus platos -literales-, es decir, por la implementación de vajilla selecta y precisa.

Al Bulli se atienden no más de cincuenta personas, una vez al día, solo seis meses al año y si abonan algo más de trescientos euros. Distinción, pero por sobre todo, diferencia. Juega con el paladar porque pone en juego a los sentidos. «La lengua no engaña», dirá maso Alejandro. Ferrán agrega un sentido porque le da otro sentido a la comida: no ritual -no clase-, no repetición -anti fordismo/taylorismo/estanda-homogeneización, «sí experiencia» -aportará Facu Medina.

Llegamos a la vinculación que, por esta vez, queríamos darle. Si en la cocina, lo predecible es puesto en jaque por la gastronomía molecular, por la intromisión de los físicos entre el pan y la cebolla, en la educación, lo instituido es puesto en evidencia como tal -se desnaturaliza la rutina incuestionable/ada- y se acorrala -tb pone en jaque-, desde la gestión de prácticas edupankeras. Se trata de gestar caminos alternativos, alternados, multimediales, ruidosos, impredecibles, como el mundo. Virtual. Real.

En Rosario

Ya sabemos por el «no maestro» que las «entradas»  para el análisis y debate del tema que fuere, pueden ser infinitas. Hoy vivenciamos a partir de las infografías de Hipermediaciones, de Carlos Scolari, las cuales se merecen editos aparte…

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Así empezó la no clase en la Especialización en Comunicación Digital Interactiva. Y en el medio hablamos de la gastronomía molecular como ruptura con las costumbres reiterativas de masticar adivinando el gusto, sin degustar.

Así son las clases edupunk Se habla de todo, se pregunta todo, se » «googlea y googledoquea» everything. Se comparte todo, es trabajo en vivo, sin  preanuncios, es una experiencia memética, de sinapsis, sinapsis, sinapsis. De «rip, mix and burn»; de share, de «atolondrados y hambrientos»; multicast, multimedial, instantánea, de (de)construcción, de inter/cambio-racción, feedback, de pura convergencia.

Como la vanguardia llega a las ollas y las deja por el suelo, el edupunk desmitifica la prolijidad apremiante de la educación formal y se deleita y libidiniza, mediante el aprendizaje constante. Tiene su ritmo y requiere de ojos abiertos, «polialfabetizados, híbridos, anfibios». Trabajar con PPTs, internet y el resto del aparataje sólo para repetir los modelos de siglos pasados, es una parodia absurda, vana, degastante, aburrida, sin sentido. Copiar desde slideshare o desde el pizarrón, no es más que seguir copiando. Repitiendo, repitiendo, repitiendo…y para qué? Qué gano? Nada, absolutamente nada. Ni siquiera sé, no conozco. Repito y apruebo. Y repitiendo, apruebo el sistema. De qué me sirve memorizar una teoría sin internalizarla ni optimizarla? Es más que obvio que jamás se traducirá en un saber práctico. Y en este mundo, absoluta y definitivamente impredecible, lo que necesitamos es hacer, saber hacer.

En los no cursos, la crítica tiene la obligación de ser constructiva. En los no cursos, no se admiten las muletillas, las típicas frases construidas, apáticas que condenan y lapidan a las instituciones, sin proponer acciones de cambio, alternativas de viraje. En los no cursos, se vivencia la sabiduría de las multitudes y se defiende en actos, el mero concepto de cogniciones distribuidas. Nadie monopoliza el saber, sino que es capital de todos, «está en el panal».Lo que importa, lo que genera plusvalía es la combinación, la convergencia. En las no clases, seguiremos pasando, vaya a saber por qué, el ineludible video Matan las escuelas la creatividad?

3 respuestas

  1. […] vez pisado el acelerador a fondo ya era imposible volver atrás como quedo testimoniado en Edupunk en la UNR II y en Edupunk en la […]

  2. […] vez pisado el acelerador a fondo ya era imposible volver atrás como quedo testimoniado en Edupunk en la UNR II y en Edupunk en la […]

  3. […] Ayudando en un posgrado a Alejandro Piscitelli, viví al edupunk… […]

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